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martes, 13 de marzo de 2012

¿Qué hay de malo en ser retro?

En primer lugar, el agotamiento que provoca. Si bien es una boutade afirmar que la culpa es de la eterna y bochornosa serie de la primera Cuéntame cómo pasó -que no para de dar ideas-, no me digan que no están hartos de que lo retro lo impregne todo: Palma está llena de bares de decoración retro, de tiendas de ropa y muebles vintage, bicicletas vintage, coctelerías vintage o normativas de la ocupación pública vintage. Sólo nos falta la bobería de que podamos comernos una ensalada de pollo retro, u otras exageraciones de este jaez. Incluso los recién presentados y costosos uniformes de la policía local me resultan vintage. Cuando creíamos que en la isla estábamos salvados musicalmente de las garras de lo retro (con excepciones), los estupendos L. A. se nos acaban de presentar con el sencillo Over and over tras el exitazo de Heavenly Hell. No hay duda de que el cambio de estilo es considerable. A mí las alarmas me han saltado cuando mi amiga Laura ha sentenciado: “me resulta demasiado a la búsqueda de lo retro”. He vuelto a escuchar el tema y, horror, tiene razón, sobre todo en lo que respecta al videoclip que acompaña a esta canción, que pertenece a su nuevo e.p SLNT FLM. Ambas estamos de acuerdo. Sin embargo, a mí el sencillo me gusta considerablemente más que lo que han hecho anteriormente porque suena más pequeñito e introspectivo. Pero, sí, retro.

Pero volvamos a la pregunta del principio: ¿qué hay de malo en ser retro? Sonar retro, en el caso de L.A. ahora (y si somos estrictos, podríamos considerar que antes también, porque hacer rock noventero a secas también es mirar hacia atrás), implica una obviedad: es imposible hacer canciones importantes con ese sonido, importantes en el sentido de cambiar el devenir de la música, algo que no está para nada reñido con el hecho de que sea una excelente banda que hace buenas canciones impecablemente interpretadas. Por otra parte, que la industria opte ad nauseam por el revival para grupos tan jóvenes -en edad de romper con todo- como éste supone, por una parte, crear productos aparentemente novedosos, cuando en realidad no lo son, destinados a sofocar ciertas pulsiones que reclaman mantenerse al día. Las consecuencias de ello es que cada vez haya más personas que se van desenganchando temprano de la verdadera modernidad, y se convierten en consumidores de ítems de solvencia contrastada (como es L.A.), pero nada de aventuras raras de modernos. Qué duda cabe de que nos estamos abandonando a lo clásico con demasiado fervor. ¿Qué quiero decir con esto? Que lo retro contribuye al afianzamiento del status quo. Echen un vistazo al videoclip de L. A. y sabrán a lo que me refiero: blanco y negro, descapotable clásico que parece ensamblado en las antiguas cadenas de montaje de Henry Ford, un radiocasete pretérito, California, una chica, una guitarra y unas Wayfarer. Dios mío, estoy viendo a James Dean conduciendo un Cadillac. Un paraíso artificial que tiene poco que ver con el hoy y el ahora. A algunos ya les va bien tanto conservadurismo.

Por último, que en los postreros meses todas las aportaciones culturales más populares sean tan retro, como The Artist, La invención de Hugo, Mad men, Ella del LADAT o las canciones de Adele, llevan a que me pregunte: ¿es más complicado hoy en día formarse una identidad? En definitiva, no creo que sea sano que muchos creadores añoren un pasado que jamás vivieron y que los que sí lo vivieron no se cansen de contarlo. Porque al fin y al cabo, despreciar la modernidad mediante el enaltecimiento de lo retro no tiene ningún sentido. A pesar de lo dicho, me gusta L. A. y su fantástica Over and over. ¿Qué le vamos a hacer? Las cosas son así: cada cual termina escuchando lo que quiere. Sólo que es bueno saber y reconocer lo que uno escucha.

1 comentario:

  1. Atención: el vídeo no está en YouTube. Sólo se puede escuchar la canción aquí.

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