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miércoles, 15 de febrero de 2012

Dudas sobre el Espai Mallorca

Siempre he tenido dudas sobre el Espai Mallorca, ese oasis balear en Barcelona sobre el que se cierne el cierre definitivo. Algunos de los editores que conozco también las tuvieron desde que el espacio abrió sus puertas en 1998. Tanto es así que otras entidades y empresas implicadas en la fundación del espacio pronto se bajaron del barco porque no lo vieron claro, y prefirieron aprovechar la red de contactos y los públicos fieles de los que gozaban las salas barcelonesas. Entre ellas recuerdo Producciones Blau de Miguel Ángel Sancho, el Fomento de Turismo o los galeristas de la isla. Aquella embajada parecía no arrancar y devolver los frutos invertidos. Y tampoco cumplía uno de los objetivos por los que se abrió: ser un cebo para el turismo cultural (así se dijo en la presentación de junio de 1998), la chorrada recurrente que los políticos isleños se ponen en la boca cuando inauguran infraestructuras culturales.

Insisto, siempre he tenido mis dudas sobre la necesidad de este espacio. ¿Acaso no es mejor tener buenos embajadores culturales que muevan bien los productos isleños por la red de centros catalanes que una embajada inamovible made in Mallorca que abre la persiana y aguarda bajo techo a que entre el visitante? Pero la mía es sólo una opinión que corrigen algunos creadores que alaban el Espai Mallorca, porque aseguran que en Barcelona se ha convertido en un centro cultural que da oportunidad a todos aquellos (mallorquines y también catalanes) que están comenzando. Y no lo pongo en duda. Pero si es así y se pretende salvar el espacio, ¿por qué no se intenta implicar, además de a los Consells y al Govern, a otras instituciones o entidades catalanas? Por otra parte, si es cierto y se confirma que la embajada mallorquina se ha convertido en una plataforma para los jóvenes creadores y cumple un servicio público que IB3 nunca ha dado, igual los políticos deberían estudiar seriamente desviar todo el presupuesto del ente al Espai y precintar para siempre un canal que presenta como novedad un programa de cocina o ir a las ferias de pueblo, por no recordar vergüenzas peores. Por otra parte, nos preguntamos desde este blog: ¿qué diantre está haciendo el Institut d'Estudis Baleàrics, ese organimo encargado de promocionar la cultura balear en el exterior? ¿Por qué no se encarga de dotar el Espai Mallorca?

¿Una gran librería? Todo el mundo sabe que las ventas de libros en el Espai Mallorca no son especialmente elevadas. Por eso no creo que para el gremio el Espai haya constituido negocio alguno, sino más bien al contrario. Es posible incluso que el Espai, como monopolizador de títulos editados en la isla, haya provocado en algunos libreros del centro de Barcelona cierta resistencia por exponer entre sus novedades libros publicados por las editoriales mallorquinas. Porque la situación no me digan que no es realmente anómala: el Espai es como una librería que hace competencia a otras de Barcelona, pero con la diferencia de que se mantiene abierta con cargo al erario público. ¿No hubiera sido mejor para las letras mallorquinas buscar a un buen distribuidor catalán que fuera de librería en librería colocando bien el producto? A veces me da la sensación de que el Espai Mallorca es sólo un símbolo y no un agente lo suficientemente eficaz de nuestra cultura.

Así las cosas, si se opta por mantener el Espai, creo que deberían replantearse su funcionamiento y su gestión. Sobre todo en un momento como éste. Porque podría llegar a hacerse muy extraño para los isleños que la embajada mallorquina en Barcelona pudiera programar con cierta holgura, mientras Es Baluard apenas puede asumir el montaje de muestras temporales de calidad o el Principal planea despidos y continúa con una programación de discutible calidad. Por último, la dilación del conflicto y la falta de ahínco para tomar una decisión definitiva provoca que nuestras dudas sobre el Espai Mallorca sigan creciendo. Y que cada día confiemos menos en su efectividad real.

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